Fuente El Comercio
15 de febrero de 2010
Siempre que investigamos temas para un especial gráfico llegan a nuestras manos imágenes inéditas de personajes de otros tiempos. Hace unos meses, unas fotos de Pedro Vargas saliendo del Hotel Crillón, en el Centro de Lima, fueron el punto de partida para revisar qué más había detrás del mito mexicano.
“Muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido…” era la frase con la que el Tenor de las Américas, Pedro Vargas, cerraba sus conciertos y entrevistas. Hace más de veinte años, un 30 de octubre de 1989, su voz se apagó mientras dormía. A lo largo de sus sesenta años de actividad artística don Pedro conquistó la radio, el cine y la televisión. Para alcanzar la fama internacional tuvo que recorrer un largo camino que lo consagró como un ejemplo de superación.
La imagen que da pie a este post se tomó a mediados de octubre de 1969. Durante esa apurada entrevista en plena avenida La Colmena, don Pedro relató cómo se inició en el canto: “Fui estudiante de medicina y llegué al segundo año. No podía imaginar que abandonaría el estetoscopio por los trajes de etiqueta y las partituras…Fue en 1928 que me hice profesional”.
Se ganó el apelativo de “El Samurai de la Canción” por la forma sobria como interpretaba los boleros. Su discografía reúne 70 LPS. Canción que grabada era un éxito asegurado. Tal vez no fue un galán como su tocayo, Pedro Infante, pero ocupó un lugar importante en la historia cinematográfica mexicana. Debutó como actor en la película “Los chicos de la prensa”. Y a decir del propio Vargas, “he grabado muchas películas siendo la principal La Marquesa del Barrio con Libertad Lamarque”.
Los dejamos con dos videos de la estrella mexicana. El primero forma parte del homenaje que le hiciera el programa Siempre en Domingo al cumplir 80 años. Raúl Velasco, el trío Pandora, Enmanuel, Roberto Carlos, entre otros, le cantaron las mañanitas como si fuera el patriarca de la familia. El segundo fue toda una sorpresa pues nos permite comprobar por qué le decían el Samurai Mexicano. Dejémonos invadir por la voz del maestro…
(Lilia Córdova Tábori)
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